lunes, 21 de septiembre de 2009

Sin Aliento

El amor no es verdadero, no en su totalidad, no puede serlo, pues el amor es una experiencia tan intensa que no puede ser solamente verdadero. Yo he visto y he sentido la falsedad de un amor tan intenso que calienta más que el sol, he recordado lo manipulador de un amor que pretendía ser sincero y he imaginado cantidad de veces lo doloroso de un amor tan profundo que pareciera no tener fin. Es mentir por deseo de seguir, es fingir por miedo a perder y respirar con ganas de gritar, es no detenerse a pensar, dejarse arrastrar por ondas ensordecedoras que crispan la piel, la ponen de revés y de repente se vuelve más sensible, hasta la caricia más sutil de la brisa más ligera pareciera congelarnos todo por dentro, y uno no quiere mirar la piel porque se perdería el encanto, la ilusión de una pasión que se alimenta de fragmentos de realidad creada por nuestra necesidad de amar y ser amados, porque sí es una necesidad y cuando no se tiene a quien amar, entonces no queda más que escribir sobre la nostalgia de haber visto su disolución, su transformación en algo más, en una cosa, en eso que no es nada por sí solo, porque cuando el amor se vuelve ajeno y lo terrenal se lo devora, cuando deja de ser mágico y bestial, entonces no es más que una cosa, una cosa que estorba y que mejor conviene desechar.


lunes, 31 de agosto de 2009

¿Qué es el arte?

Esta pregunta lleva recorriendo los pensamientos de muchos filósofos de este y el siglo pasado. El artista por el contrario no se preocupa por el tema. Él sabe que es arte, él sabe que lo que él hace es arte. Siente la confianza para distinguir entre el arte y el no-arte. ¿Por qué? porque el artista o poeta siente el arte moverse dentro de sí y no se lo cuestiona, no aborda el arte con la razón, sino con el alma entera. Y sin embargo heme aqui haciéndome la pregunta del millón a pesar de ya saber la respuesta y de saber que no es algo que se pueda explicar. Pero intento abordar el problema porque sé que a tí te da vueltas en la cabeza.

¿Cómo generar una definición que abrarque las esculturas de Miguel Angel, las pinturas de Malevich, las fotografías de Arbus, las piezas de Duchamp, la música de Cage (por nombrar tan sólo unos ejemplos)? ¿Qué las une? No es el museo porque ese espacio lleva existiendo muy poco tiempo como para incluirlos a todos. No es la estética. No es el discurso. ¿Qué es? Aquí me aventuro a decir que es el movimiento que generan en el espectador al haber desterritoralizado y reterritorializado el concepto de arte. En realidad el arte no se puede definir porque no tiene un territorio puramente delimitado. Ahí está su belleza y su encanto. El arte es aquello que tiene la capacidad para ir más allá, en busca de nuevos territorios, de romper fronteras y abrir horizontes. Por eso el arte siempre tiene conflictos en ser aceptado como arte, en realidad es un proceso doloroso en tanto que involucra lo desconocido y eso siempre da miedo. El arte nos salva del eterno-retorno, vuelve trascendente lo inmanente de la vida, nos desafía a aventurarnos a un nuevo territorio. El arte es por excelencia la desterritorialización del sentido de nuestra existencia.




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¿Quién habría pensado que estos dos algún día se complementarían tan bien?

miércoles, 19 de agosto de 2009

Sacrificio con sentido

Vivencia, donde encontramos la experimentación pura, libre de signifante, de interpretaciones, es la sensación en su máximo esplendor. Experiencia, la vivencia que necesariamente pasa por nuestros filtros de la interpretación, por nuestros juicios, y que significa algo para nosotros, que tiene sentido. Regresando a Bazin: las vivencias son las piedras del río de las que él tanto habla, están ahí sin un aparante sentido, llego yo y me sirvo de las piedras para cruzar el río, les otorgo un sentido y las vuelvo parte de mi experiencia, de mi vivencia procesada. ¿para qué quiero acumular experiencias sin sentido? ¿a dónde me va a llevar eso? Sin sentido la vida da miedo, frustra, enoja, amarga.

Cronenmberg lo dice, cada quien tiene que crear el sentido de su propia existencia... no es algo que este ahí de igual manera para todos, a veces se encuentra en la vida, pero en ocasiones es algo que necesitamos crear a partir de la vida.

¿y todo para qué? ¿para qué estoy vivo? ¿cuál es el significado de nuestra existencia? ---- La gente feliz no se preocupa por el sentido de su existencia (Offret).



martes, 21 de julio de 2009

Filo-sofía

La filosofía, el amor al conocimiento. La acumulalción inútil de conocimiento no es lo mismo. Tú reíras, pero ¿cuál es el punto de acumular conocimiento? pura teoría y jamás llevarlo a la práctica, jamás aplicarlo en la vida cotidiana, ¿de qué sirve leer? es tonto y vanidoso leer por presumir, por convertirse en un coleccionista de conocimiento. Cuando uno se queda en la superficie de esa manera, cuando uno no digiere lo obtenido, sucede que uno escribe y no puede sino reciclar el conocimiento sin aportarle nada de uno mismo y entonces lo que uno escribe terminan siendo síntesis, resúmenes, de lecturas reducidas por nuestra capacidad de comprender lo previamente leído. Para eso existen las computadoras, para acumular datos, y al mismo tiempo para liberarnos a nosotros de esa tarea, si no existe la necesidad de retener todo lo leído, si podemos acceder a ello la cantidad de veces que queramos con tan sólo pulsar un botón, entonces podemos concentrarnos en llevar ese conocimiento a un lugar nuevo, en relacionarlo con nuevas ideas que tan sólo nuestra persona podría aportarle.

No es qué decir es cómo decirlo. Ionesco y sus ejercicios de escritura. Un gran ejemplo: 100 maneras distintas para decir lo mismo, conservar el contenido literal, transformar el vehículo que lo transmite, la forma, la expresión. Hacer arte. La poesía está en el mundo yo tan sólo la revelo dice Pasternak. El poeta es un descubridor de poesía, tanto como el arqueólogo es un descubridor de vestigios. Ahí estuvo siempre la poesía, lo dificil es saber buscarla en el lugar correcto y a través del método adecuado, para no dañarla a la hora de escarbar.


jueves, 16 de julio de 2009

Recuerdos relacionados

Ionesco escribe:

soy lo que soy gracias a mi relación con los demás y los demás son lo que son gracias a que yo, a mi vez, existo.

Existe una necesidad por relacionarse. El ser humano es un ser social dicen.

Bergson. Materia y Memoria. Dualidad unida por el movimiento. El pasado es lo que es, el presente es lo que se hace. El flujo del tiempo reducido por nuestro cerebro a instantes que se suceden continuamente. Movimiento, la clave está en el movimiento. De ahí parte rizoma con sus líneas de fuga y su necesidad por desterritorializar. El espacio es territorio y aprisiona al tiempo. Lo subordina a su lógica ordenada. El tiempo queda aprisionado en el dominio del espacio y así el tiempo sólo existe cuando se le puede relacionar a un espacio. El tiempo existe en el presente, cuando hay un espacio sobre el cual actuar. Se desborda en un flujo continuo. Luego es memoria y el tiempo ya no existe, ya no se puede accionar en él, queda envuelto por la bruma de la conciencia, todo cambia para facilitar el recuerdo, el tiempo se vuelve imagen, pero el recuerdo está filtrado, está comprimido, si se archivara sin compresión el cuerpo se volvería lento, tardaría uno demasiado en accesar a los recuerdos necesitados y la función primordial, actuar sobre el tiempo presente, ya no sería posible.



Conveniente realidad inconvenientemente virtual

Ionesco dice:

Ni bien ni mal, más bien conveniente e inconveniente.

Increible que la sociedad se reduzca a esto, a la conveniencia, a la convención. Pero es muy cierto, las reglas que rigen las distintas sociedades no son, al final del día, sino convenciones convenientes. "Convenientes para el desarrollo de la misma" iba a agregar. Aunque sea de manera útopica, creo que en un principio el objetivo era ese, pero resulta problemático poner la masa sobre el individuo, obligarlo a encajar, a seguir las reglas impuestas por el sistema para acceder a un bien común. Siempre va a haber subversivos, rebeldes, contraculturas, contracorrientes, gente que intenta desafiar el sistema y es normal y es lógico, es sano cuestionarse porqué habríamos de seguir ciertas reglas y no otras, porque hay veces en las que las excepciones son validas y otras en las que no, ¿quién decide? Al final creo que decide aquel que logra convencer al resto de que su propuesta es la más conveniente, o como se suele decir "la buena" o "el bien".

En la guerra un general es condecorado por haber matado, en el mundo de los civiles cualquier persona es condenada por haber matado. Los ejemplos de esta doble moral son miles. En realidad no se condena el haber matado, sino el haber transgredido una prohibición en la que el resultado termina siendo inconveniente. Si no hay reglas no se puede ejercer control, si no hay control no se puede asegurar una dirección, si no hay dirección el progreso deja de tener sentido. Ya no se avanza con un objetivo en mente, se camina por el gusto de caminar, por las ganas, la necesidad de moverse, pero eso en nuestra sociedad no tiene ningún sentido, teorica y metafóricamente.

Los grupos subversivos, las contraculturas, intentan romper esquemas, liberarse del sistema impuesto, pero al final tan sólo terminan creando un nuevo sistema y así si ellos lograran su meta, lograran imponerse, tan sólo se generaría un nuevo grupo de gente en descontento que quisiera liberarse de ese nuevo sistema impuesto.

eXistenZ de Cronenberg y la realidad virtual.

¿Qué mejor manera de romper con el sistema que ignorándolo? Cronenberg, genio de la ciencia ficción, transmite un mensaje muy claro: ¿qué sucedería si cada quien jugara su propio juego, con sus propias reglas? El sistema deja de existir. El sistema jamás validaría el éxito obtenido fuera de el, pero si a la gente le dejará de importar y cada quien viviera en su propio sistema, conveniente a su propia persona y sin necesidad de lograr una convención (debido a que no creo que se pueda hablar de una convención con uno mismo) se estaría creando un anti-sistema.

El ejercimiento del control sobre los otros dejaría de ser posible, la competitividad, el progreso, la ambición, la envidia y demás, dejarían de ser alimentadas y al final terminarían volviéndose tan sólo sonidos, ya no más palabras con significado claro.

Mi vida sería valida únicamente en mi realidad virtual, y así la de cada ser humano. Ya no necesitaría que alguien más validara mi exitencia y en realidad nadie más podría validarla. Las relaciones en la realidad real dejarían de tener una necesidad de existir, se generaría de esta manera un meta-rizoma, dentro de las distintas realidades virtuales de cada ser humano, anclado este a su vez al rizoma primario pero menos relevante de la aparentemente inmovil realidad real.


domingo, 28 de junio de 2009

Life is a desire, not a meaning.

Una hora en Office Max para comprar tres artículos. Ridículo y sin embargo a nadie le sorprenderá. Siempre es lo mismo. La gente que atiende no quiere atender, no se esfuerzan ¿para qué? Los empleados de este tipo de lugares están ahí por dinero, en realidad no les interesa en lo más mínimo hacer un buen trabajo, como no sea con el único incentivo de lograr ganar más dinero. Y esto sucede en todos los niveles y en todas las culturas, no sólo en este tipo de empresas, sino en infinidad de ellas, cada vez en más.

¿En qué momento todos decidimos caer en el mismo juego que nos venden los frívolos burócratas capitalistas en el que vale más poder que amar, sobresalir que compartir, ganar que ceder? La sociedad ya no vive para reír, ya no juega para divertirse, ya no trabaja por pasión. Nuestros líderes nos han hecho intercambiar sueños por fantasmas, tiempo por dinero, arte por entretenimiento. ¿Y qué sucedió con la idea de que un lider es aquel que cada que abre la boca crea posibilidades? ¿en qué momento el lider dejó de ser creador de oportunidades para convertirse en impositor de realidades? ¿por qué seguimos sus direcciones sin deternernos a expolar, a descubrir nuestros propios caminos, a inventar nuestras propias verdades? Dejamos que un puñado dirija nuestras vidas, nos escondemos detrás de no entender el significado de la vida, el para qué de nuestra existencia, cuando ya bien lo ha dicho Chaplin que la vida no es significado, es deseo. La vida es deseo, si dejamos de desear estamos muertos. Desear estar vivos, aprender a enamorarnos de la vida y de la gente por el simple hecho de así desearlo. Desear vivir, desear amar, desear ser y existir para poder seguir deseando.

Volvamos a soñar, a inspirarnos, a sentir, a cuestionar, a encontrar la belleza en respirar, regresemos a asombrarnos, a maravillarnos con lo que pasa día a día delante de nuestros ojos, a sentir tal excitación, que nos parezca inaúdito, increíble. Disfrutemos vivir por el simple hecho de estar vivos. Deseemos vivir.


lunes, 22 de junio de 2009

3:19

Saliendo de ver 3:19 Nada es Casualidad y me puso a pensar.

¿Qué hace que una película sea buena y otra sea mala? Evidentemente no entraré en detalles de factura ni de lenguaje cinematográfico ya que creo que una película con mala calidad de imagen y/o sonora, no deja mucho al análisis, más bien se cierra en la conclusión de que la película estaba mal facturada. Por otro lado, creo que las reglas, los ejes, el raccord, y demás existen por una razón, pero que se les respete no asegura una buena película y que se les quebrante en ocasiones logra hacer una mejor película (propositiva y arriesgada). Prefiero centrarme en el desarrollo de la intensidad dramática.

En una ficción el director moldea el universo a su gusto y lo plasma en el celuloide. El director, de cierta forma, es un manipulador de verdad. Manipula todos los elementos que juegan en la creación de una película, para lograr obtener el resultado deseado.

Aquí esta el punto:
Un mal realizador intenta manipular al público para hacerlo sentir lo que él quiere. De esta manera, uno como público mira la película y se da cuenta inmediatamente de las intensiones del director y entonces la magia se rompe, nos avienta fuera de la diégesis y dejamos de creer por completo en su verdad. Es una manipulación burda, plagada de clichés y llena de lugares comunes que de antemano se sabe que funcionan.
Por otro lado, un buen realizador no intenta manipular al público y si logra una conexión tan especial con su audiencia es justamente por eso. El gran director es sincero y usa el cine como medio de expresión, plasma su alma en busca de almas afines que necesiten sentir lo que el siente. Pero de esta manera, su motivación principal no es la manipulación burda del público, sino la expresión poética de sus sentimientos.

Eso marca la diferencia entre una buena película y una mala película, una nos toca en lo más profundo de nuestro ser, moviéndonos todo por dentro, generado catarsis en nuestro interior, la otra no logra entrar ni movernos en lo más mínimo, permaneciendo ajena y superficial.



Cine Ensayo y lo demás

La diferencia entre un cine ensayo y un cine documental.

Simple. El documental documenta, muestra, recopila, investiga buscando “objetividad. El ensayo está sesgado desde un inicio, es completamente subjetivo, su investigación se reduce a intentar demostrar lo verdadero o falso de la tesis. El documental delimita el tema y la información que se utilizará, pero siempre (o aunque sea en principio) buscando imparcialidad. El cine ensayo tiene un fin claro desde su preparación y lo mostrado consistirá en fungir como material de apoyo para sustentar o rechazar la tesis, dependiendo de lo que se desee y se sacara de contexto lo necesario a través de la edición, se manipulará la información, se censurará (y en este sentido es donde entra la parte ficcionalizada del cine ensayo) todo por la necesidad de encontrar las respuestas que desde un principio se buscaban.


La diferencia entre un cine ensayo y una cine ficción.

En realidad creo que cuesta más trabajo entender sus similitudes (ya mencionadas anteriormente). En el cine ensayo no existe un guión como tal, ni actores que interpreten papeles específicos, más que el de mostrarse como ellos mismos, tanto como ellos lo deseen y se lo permitan. No se puede obligar a una persona a mostrarse auténtica en frente de una cámara y lo más probablemente es que el simple hecho de estar consciente de la cámara evitará de antemano la autenticidad del ser humano. No hay conflicto a solucionar y la progresión del cine ensayo no se mide en “plot points”, ni debe forzosamente tener un desarrollo horizontal-vertical. El cine ensayo se reduce a una tesis, mientras que la cine ficción se reduce a un argumento. El cine ensayo plantea un pensamiento de tipo filosófico, psicológico y demás intereses humanos, la cine ficción pretende ser una representación de conflictos de la vida real ideados por una mente humana y que a través de todo el proceso creativo sufrirán las modificaciones que el autor considere necesarias para lograr transmitir las sensaciones y las verdades elegidas desde un principio por él mismo.


La diferencia entre un cine experimental y un cine experimental.

A pesar de que el cine ensayo puede llegar a tener un método bastante experimental, en el instante en el que probar una tesis se encuentra por encima de la experimentación, y en el que la función de la experimentación se encuentra perfectamente subordinada a la obtención de un resultado de mayor importancia, el cine ensayo deja de poder reducirse a un cine meramente experimental.



domingo, 21 de junio de 2009

Cine ensayo. Sin ensayo. (Homófonos y antónimos)

Cine ensayo, tal como en la literatura: se postula una hipótesis, se desarrolla y se concluye aceptando o rechazando la tesis.

Una manera de hacer cine en la que lo primordial no sea contar una historia, en la que no haya una narrativa como tal que dependa de un conflicto central a solucionar. Una alternativa. Una preocupación del cineasta. Un punto que no se vea obligado a desarrollarse en línea (ni horizontal – progresión de la historia, ni vertical – progresión de la intensidad dramática) sino que se deje en libertad de expandirse hacia todos y cuantos lados se requiera y en la intensidad que se desee. Un cine que pierda los apellidos, que escape del encasillamiento, que no sea catalogado como ficción o documental o experimental, tampoco como un híbrido, aunque realizando una abstracción termine siéndolo en la mayoría de los casos, pero no como regla o condición para existir, sino como gusto por realizarlo así.

Estos son bocetos de ideas aún sin estructura definida, pero que terminaran tomando forma. Pienso: en lugar de guión un ensayo escrito como base. Pero el guión ya trae imágenes y sonidos en él, el ensayo no. ¿Cómo lograr la conversión del papel a la pantalla? No hay métodos definidos ni caminos pre-establecidos, las posibilidades son infinitas y sería mejor que continuaran así. Evitar manuales y pasos a seguir, dejar que la creatividad de cada autor (no defina) conceptualice su propia visión del cine ensayo.

Festival en Barcelona con premio al cine-ensayo:
http://www.blogsandocs.com/?p=381



jueves, 18 de junio de 2009

Expresando amor (experimento sonoro)

Y uno se pregunta porqué tantas relaciones fallidas, porqué tantos divorcios, tanto dolor y tanta gente tan necesitada de amor. Hace unas semanas realicé un experimento en el que alrededor de 35 personas participaron, personas que compartían, aunque sea la mayoría, medio social, edad, educación, cultura e intereses, en realidad el experimento no pudo haber estado más sesgado pues la muestra entera se obtuvo de la universidad Centro de Diseño, Cine y Televisión, hecho que hace el resultado todavía más impactante.

Experimento:(recomiendo escucharlo con audífonos)

La gente debía entrar a una cabina de audio y la primera indicación que se les daba era olvidarse por completo de la existencia del lenguaje y por ende la única regla tomaba forma: no usar ninguna palabra que existiera en ningún idioma.

Después se presentaba el cuadro: imagina que la persona amada está en frente de ti y sin palabras, con las puras cualidades de la voz, tienes que lograr expresarle que lo o la amas, transmitir ese sentimiento que llevas dentro.

La mayoría de la gente entró en pánico al escuchar esto, algunos apagaron la luz buscando intimidad, otros rieron de los nervios y unos cuantos más esperaron en silencio. Pero al final todos lograron la meta en común: desterritorializar al lenguaje.



La pregunta es ¿por qué la necesidad de desterritorializar el lenguaje? ¿por qué esta lucha incansable contra la interpretación? ¿por qué apoyar a Deleuze después de tanto llevarle la contra?

Para entender hay que empezar por hablar del lenguaje. Es cierto que nos aleja de los animales, que nos brinda la capacidad de comunicarnos de manera cómoda y rápida, pero ¿es qué por eso necesariamente nos vuelve más humanos? ¿No será posible tal vez que hayamos caído en una trampa, en la trampa de la interpretación? El lenguaje no puede existir sin la razón y es hermoso que exista porque nos llena de vida con la poesía, con la literatura, con los ensayos y los pensamientos. Es el verbo-centrismo, el exceso de palabras, la negación del silencio, lo que me conflictúa, porque la gente ha perdido contacto con el lado de los sentimientos y se ha generado un nuevo analfabetismo-sentimental, en el que la gente torpemente intenta acceder al mundo de los sentimientos utilizando herramientas que sólo le competen a la razón, y así intenta decir con palabras lo que siente, sin darse que cuenta que al hacerlo banaliza por completo el sentimiento, privándolo de la intensidad que lo conforma y entonces ya no es el sentimiento lo que se expresa, en su lugar, es la palabra la que se interpreta. Yo expresando amor no es igual a yo te amo. Algunos objetaran: ¿y los malentendidos? ¿cómo asegurar que el mensaje de amor está llegando de manera clara y comprensible al ser amado? Una vez más la torpeza de la razón inmiscuyéndose en lo que no le corresponde. Olvidémonos de interpretar, la idea aquí no es descodificar un mensaje porque en realidad no existe un código como tal, no se trata de aprehenderlo con la mente sino de sentirlo vibrar dentro de nosotros, recorriéndonos la piel, crispándola, humedeciéndola, transformándola, llenándola de vida. Es la misma razón por la que no hace falta entender lo que dicen las canciones de Janice Joplin para sentir a través de su voz su sufrimiento, su locura, su pasión.

Deleuze. No terminó de entenderlo. Y es cierto que siempre me aproximo a él desde mi escepticismo y a la defensiva, tratando de encontrarle nuevos hoyos a sus teorías, desafiando sus conocimientos, llevándolos al extremo. Pero si lo hago, es sólo por lo mucho que lo admiro, por su capacidad para permanecer un misterio y porque es a través de la confrontación que el confrontando termina por entregarse en su totalidad, exprimiéndose por el miedo a quedar ridiculizado.



martes, 9 de junio de 2009

¿Por qué cine?

El otro día me preguntaste que por qué estudiaba cine y yo te respondí que porque me apasionaba. Tú buscabas que yo respondiera que me gustaba jugar a ser Dios y me diste tus argumentos de porqué esa era una gran respuesta. Yo estudio cine, a pesar de que mi carrera se llame “cine y televisión”, y lo estudio porque yo no me veo dedicando mi vida a algo que no este relacionado con el cine, lo estudio porque me apasiona, porque me resulta el mejor alimento del alma. El cine me llena. El cine es mi vida y mi vida es el cine. Así de simple. Si soy Dios o no en el set me resulta irrelevante, al final creo que el cine termina siendo Dios en tanto que todo el set gira alrededor de él, de su veneración, y es el cine el que utiliza nuestras vidas para tomar vida, y nosotros, los simples mortales, no podemos más que agradecer el haber sido los elegidos. Entregar la vida al cine, sacrificar todo por el cine, porque creemos en él, porque conocemos su poder y su fuerza, porque sabemos que es capaz de cambiar vidas. Por eso estudio cine.

Yo entré a trabajar en la televisión sin saber que me esperaba, completamente a ciegas en tanto que nunca había trabajado en esa industria. Sinceramente de entrada me resultó una gran oportunidad. La idea de hacer tele distinta me llamó la atención, pero al poco tiempo de haber entrado me di cuenta de que la tele nunca va a ser un buen sustituto del cine. La tele es contenido de relleno. No está hecha para alimentar al alma, esta hecha para distraer, para entretener.

Me trae dando vueltas en la cabeza todo el rollo de mantenerse fiel a uno mismo, de no venderse. Has de saber que soy gran admiradora de Tarkovsky, no sólo por su cine, sino también por su filosofía. Para mi Tarkovsky es grande. De él se me quedó muy grabada la frase “lo que no hago de a gratis no lo hago ni por todo el dinero del mundo.”. Para mí el dinero no es prioridad, nunca lo ha sido. Y curiosamente yo he estado poniéndolo como excusa. Por alguna razón no podría trabajar en la televisión sin paga, y creo que tiene que ver con que no creo en ella. Sí, tiene cosas interesantes, pero mi corazón no está ahí porque no le encuentro trascendencia, porque sé que no va a cambiar vidas. Tú me dices que la televisión me va a dar dinero para realizar mis cortos, pero ¿a cambio de qué? del tiempo que ese tipo de proyectos exigen de uno, y al final voy a terminar acomodándome en una zona de confort y abandonando al cine. Lo sé porque lo he visto pasar millones de veces, gente yéndose por el camino seguro, ya trazado, por miedo a perderse en el sinuoso sendero que el cine ofrece. Por miedo a apostar el todo por la nada, porque así es como apuesta un cineasta, un poeta., entrega todo su ser y sacrifica toda su vida sin pretensiones y por eso es mismo es poeta, porque deja a un lado el reconocimiento y el éxito superfluo, y hace cine por el gusto y la pasión de hacer cine, nada más por eso, porque el cine es bello en sí mismo.

Yo no puedo abandonar al cine, no después de todo lo que me ha dado. Durante todos estos años, el cine siempre ha estado ahí de manera incondicional y no puedo traicionarlo por nada en el mundo, porque sería como traicionarme a mí misma y así es como lo vengo sintiendo desde hace un par de días. Si uno no puede mantenerse leal a uno mismo, entonces todo está perdido. El cine es mi sueño, el único y más grande, debo de luchar por él y trabajar en tele no le va a aportar nada a su materialización.



sábado, 30 de mayo de 2009

Reconstruyendo "Reconstrucción"

“Reconstrucción” y ya el mismo título es un rizoma. Re-construir, que implica que antes hubo una construcción que ya no existe o que está por dejar de existir. Que implica que habrá otra construcción íntimamente relacionada con la primera, pero que deja abierto a la creatividad humana todo lo que no está dicho. Reconstrucción y la palabra, alienada de su contexto, sin mayor explicación, abre la puerta a millones de líneas de fuga que desterritorializan la palabra, dejando así ésta de ser signo, perdiendo su referente, porque ya no importa que hubo antes y no importa que vendrá después.

La idea de una reconstrucción, el simple sonido de esa palabra siendo murmurada por cualquier voz humana, crea en nosotros una infinidad de sensaciones, pero depende quien la escuche y depende quien la diga y bajo que contexto. Un título, sin más que decir, sin imágenes a que relacionarlo, sin nadie que lo diga, ni nadie específico destinado a escucharlo, sin ningún contexto, es por creación rizomático. Es lo interesante de un título como “Reconstrucción”, uno lo dice al aire la primera vez y es tan amplio el campo que abarca, son tantas las ideas que comienzan a recorrer el cuerpo, que la mente pareciera quedarse en blanco, porque así de complejo es un rizoma, tan abrumador que parece plano, pero ahí están las líneas de fuga fugándose unas con otras, confundiéndose, entremezclándose, deviniendo en otras líneas de fuga que a su vez continúan desterritorializando a otras más, porque lo que importa aquí no es llegar, sino seguir, es un continuo flujo que no se puede concretar porque dejaría de fluir y que no se puede definir porque nunca fue ni ha sido, más bien siempre recorre por el camino del “siendo”, esta palabra que abre la mente a la a-temporalidad, a lo indefinido. Así, uno deja de cuestionarse, porque ya no importa, y uno deja a la palabra sonar y uno comienza a repetirla, en ese obstinado afán por encontrarle significado, por descubrir el misterioso referente que nos ofrece una falsa seguridad bajo la cual cobijarnos, pero que a su vez evita que seamos capaces de descubrir la verdadera belleza de la palabra, que no reside en su contenido, sino en su forma. Repetir y repetir la palabra hasta el cansancio, tan sólo eso es necesario para internarnos en la magia del rizoma, para perdernos en lo que vendría siendo una escucha práctica o reducida, en la que ya no interesa qué nos quiere decir la palabra, sino qué nos hace sentir a través de sus propiedades sonoras.

La experiencia de repetir la palabra resulta peculiar. Las primeras treinta veces generan la sensación de que el “re” estuviera fuera de lugar, la posición de la boca al pronunciarla desencaja completamente con el resto de la palabra. Sin embargo uno continúa diciéndola y las siguientes treinta veces pareciera que el sonido generado por la doble c comenzara a molestar al oído y una vez más uno desearía poder deshacerse de ese sonido silbado que no deja fluir a la palabra, que rompe con la armonía que llevaba antes de llegar a él y con la que continuaría gracias al “on” final. Pero uno persiste y tal vez es el tedio de la repetición, pero para las siguientes treinta veces, uno empieza a trabarse con la palabra, empieza a correr y a tropezarse y sin detenerse a levantarse uno continúa corriendo y la palabra de repente se funde en un balbuceo casi ininteligible, pero es justo en ese momento en el que la palabra encuentra su total armonía, es precisamente ahí cuando la palabra pareciera adquirir mayor unidad. Tanto repetirla y uno la conoce de pe a pa, ya no hace falta articularla con cuidado y detenimiento, porque es tal la intimidad que se ha generado, que uno deja de pronunciarla para seguir escuchándola, uno empieza a querer adivinarla antes de tiempo y ya no es la palabra reconstrucción que aparece en el diccionario, es la palabra reconstrucción que ha sido abstraída por la repetición mecánica del habla automatizada, en la que ya no importa si se comenzó con el “re” y se terminó con el “on”, sino la sensación generada por un movimiento que se reconoce propio (tanto el movimiento de ondas que implica el sonido, como el movimiento físico que implica hablar) y así uno puede detenerse a descubrir la belleza de la continua reconstrucción de un sonido que muere para darle vida al siguiente, que reconstruirá un nuevo sonido que tendrá una íntima relación con el primero, pero que no será descubierta sino hasta que la reconstrucción haya sido completada y este mismo sonido tenga a su vez que morir para dejar que otro nazca. Ciclo interminable y que podría proyectarse hasta el infinito.


Desafiando a la posmodernidad

Lo primero que pasa por mi mente cuando pienso en escribir un ensayo son los autores que citaré –sacar de su contexto frases enteras con el único propósito de demostrar un punto– y de principio suena algo tramposo por la cantidad de frases que se dejan fuera. Uno escoge cuidadosamente cuáles le convienen, cuáles son las más fuertes y las más concisas y así se lleva haciendo durante años. Un ensayo tiene mayor validez si contiene citas de personajes históricos, de teóricos y/o de académicos, pero yo sigo preguntándome ¿por qué? ¿Por qué no basta con decir que lo dije yo?, ¿qué le da a Foucualt la autoridad suficiente para validar mis opiniones? Años estudiando y especializándose, millones de libros leídos e infinidad de vivencias experimentadas. Más sabe el diablo por viejo que por diablo, pero no es la vejez, es la convención lo que hace que valga más su opinión que la mía. Es el hecho de que todo el occidente, o casi todo, se haya puesto de acuerdo en el mismo pensamiento que dice que Foucault es grande y que lo que dice es inteligente. Así, es curioso que hasta en un movimiento que pretende ir en contra de la academia, se necesite citar a los académicos, aunque sea como referencia para partir de ahí en un camino completamente en contra, pero sigue sin aceptarse la posibilidad de la generación espontánea de pensamientos. Me parece interesante que seguimos cometiendo el mismo error, seguimos pensando que lo que se dice hoy es la verdad o lo más cercano a la misma, sin caer en cuenta que durante millones de años el hombre se ha encontrado en ese mismo error y al pasar el tiempo lo que parecía inteligente o sensato, comienza a sentirse absurdo. Seguimos sin entender que una nube no se puede apreciar estando dentro de ella porque tan sólo se aprecia una bruma que no deja ver, para ver la nube tenemos que estar debajo o arriba o a un lado de ella, pero no dentro de ella, y mientras más lejos estemos de la misma habrá mayor claridad pero se sacrificaran los detalles. Así, hoy Foucault es grande, hasta que alguien se atreva a decir lo contrario y la gente lo apoye y se cree otra convención y Foucault ya no pueda ayudarme a obtener una buena nota. La verdad es una convención y ya lo había leído antes pero no recuerdo quien lo dijo y francamente no me importa. ¿Qué sentido tiene ir en contra de la convención si lo único que se va a obtener a cambio es otra convención? Porque hasta que no se vuelve convención la gente no se entera y si las cosas no se saben, entonces es casi como si no existieran.

La posmodernidad es una teoría y ahí comienza su problema. Las teorías se basan en errores que llevan tanto tiempo repitiéndose que han perdido su categoría errónea. A todo se acostumbra el ser humano, pero eso no quita que las explicaciones sean errores bien vestidos. La teoría se basa en ciencias como la historia, pero la historia no es una ciencia porque la ciencia es un chiste. Hasta que punto llega la necesidad del ser humano por lograr que todo encaje en moldes preestablecidos, que hasta las cosas que no encajan son obligadas a pertenecer dentro de una categoría que pretende comprenderlas al ponerse de su lado, tal es el caso de los matemáticos y sus números irracionales. Esos números no existen y sin embargo necesitan existir porque sino toda su teoría se cae, pero tardaríamos más en terminar de completar o de decir el número que en demostrar porqué ese número es falso. Así, los científicos, los académicos y los teóricos se esfuerzan por embellecer sus teorías, por hablar lo suficientemente rápido y con un lenguaje tan especializado que la combinación de ambos factores logra que lo que se dicen se vuelva casi incomprensible, se amontonan y entre todos se apoyan, se aprovechan del poder que se les otorga por tratarse de una mayoría, pero el verdadero problema no es ese. El problema es que la gente cede y no por apatía ni por ignorancia, sino falta de interés, porque no a todos nos interesa ser pensadores, ni matemáticos, ni historiadores, y si pretendiéramos intentar entender todo de todo, nos sobresaturaríamos y terminaríamos por volvernos locos. Por eso no escribo un ensayo sobre la posmodernidad, porque lo mío es el cine y a mí que más me da si devengo cámara cuando veo a través del obturador, si lo único que importa en ese instante es la energía condensada dentro de mí que me hace sentir la persona más afortunada del mundo y que genera en mí una sensación de inmortalidad, y si devengo o no, si sé que devengo o si hablo sobre mi devenir, nada cambia ese sentimiento, que al final del día es lo único que a mí me importa.

Anti-teorizar sobre la teoría es como enseñarle a un niño a golpes que la violencia no es la solución de los problemas, así de absurdo es. En el cine, que tan buena es una película no depende de la historia que narra, sino de cómo se narra. Tiene tal poder la forma, que sin ésta el contenido no podría ser transmitido. De la misma manera funciona para la mayoría de las cosas, qué tanto se ríe la gente de un chiste tiene mucho más que ver con la manera en la que el comediante lo cuenta que con el chiste en sí. De la misma manera, Deleuze y Guattari teorizan sobre no teorizar y piensan sobre no pensar para empezar a sentir, sin darse cuenta de que ellos son teóricos y pensadores, no sentidores. No se piensa sobre sentir tan sólo se siente, de la misma manera que no se habla sobre dejar de hablar, tan sólo se calla, sino uno se enreda en los pensamientos y es tal la necesidad por lograr comprender la importancia de sentir que uno mismo se olvida de sentir. Si Deleuze y Guattari hubieran sido todo aquello que pregonan, entonces los conoceríamos como sentidores de la vida y no habría teoría sobre sentir, tan sólo un claro ejemplo y muchos seguidores. Pero no es el caso, ellos sólo proponen solucionar el problema, pero no lo solucionan, ¿y a mí qué más me da? si lo que menos me importa es la posmodernidad. Sigo sin entender el punto de escribir un anti-ensayo, creo que es algo negativo, si no puedes tomar nada bueno del libro, déjalo y consigue otro que te aporte algo bueno, pero ¿Cuál es el afán de coleccionar libros, millones de páginas tan sólo para demostrar que no dicen nada.? ¿Qué bien le trae eso al mundo? Hay que sumar, no restar, hay que multiplicar no dividir. Y así, por esto mismo yo no quiero hacer un ensayo que vaya en contra de la posmodernidad y la razón no tiene que ver con que eso sería inevitablemente posmoderno, sino con que a mí no me interesa hablar ni escribir sobre cambiar al mundo, yo voy a cambiar al mundo, yo voy a cambiar mi mundo y un sabio profesor me enseñó en su momento la manera de hacerlo y no puedo decirlo porque caería en lo mismo, pero sí se puede y sí se hace cada que uno quiere.



viernes, 29 de mayo de 2009

Des-significando el cine

“No hay signo ni pensamiento del signo que no sean de poder y con poder” esta frase dicha por Lyotard resume el porqué de la necesidad por parte de los semiólogos para encontrar significaciones en todo. El ser humano necesita sentirse en completo dominio del mundo al que pertenece, no puede simplemente vivir en paz y en armonía con la naturaleza; necesita poseerla, dominarla e imponerse sobre ella. El acercamiento natural sería de contemplación, sin intentar entenderla u obligarla a encajar en moldes creados por el hombre, lograr así desprenderla de esas esquematizaciones tan absurdas en las que insiste tan fervientemente el ser humano. El problema comienza justo ahí, en donde el hombre, embriagado por un aire de grandeza, se atreve a asumir que entiende lo que sucede a su alrededor y en base a esto asume que es capaz de crear conocimiento. Tal como diría Foucault “El conocimiento no es instintivo, es contra-instintivo; e igualmente no es natural, es contra-natural”. Ese afán por insistir en encontrar relaciones donde no las hay, por querer que todo fenómeno natural sea lógico y predecible, es aquello que nos mantiene aislados del mismo mundo. El conocimiento se convierte así en una barrera imposible de transgredir, pero que nos mantiene dentro de un espacio cómodo que nos reconforta a través de una falsa seguridad al convertirnos en devotos creyentes de la existencia de un orden cósmico, cosa que en realidad no es más que pura ilusión.

Es este mismo comportamiento que se da entre el hombre y la naturaleza, el que se ve repetido entre el semiólogo y el arte. El semiólogo embiste una lucha de poder y por poder contra el arte, en este caso contra el cine. Así, intenta comprender en lugar de simplemente sentir. Insiste en encontrar reflejada la lógica del pensamiento humano, sin detenerse a pensar que, a diferencia de cómo sucede en las ciencias, en la creación artística el pensamiento pasa a un segundo plano para cederle su lugar a los sentimientos. Por esta misma razón es absurdo pasar tantas horas intentando hallar significados ocultos, en lugar de tan sólo dejarse llevar ; dejarse sentir.

Siempre habrá grandes directores que logren recordarnos qué se siente dejarse llevar por las sensaciones, cualesquiera que ellas sean, y siempre habrá aquellos que escuden su miedo a sentir, detrás del pretexto de querer razonarlo todo, insistiendo en encontrar significaciones y cadenas de significaciones en el arte, que está hecho para sentir. Sin embargo, así mismo, siempre habremos unos cuantos que nos dedicaremos fervientemente a experimentar nuevas sensaciones, sin dejarnos caer en la sutil trampa de la interpretación, o tal como diría Lyotard la diferencia con aquellos seguidores de la semiología y los que no concordamos con sus teorías se hace notar en la manera en la que cada uno decide responder ante el signo, “¿A ustedes les habla? A nosotros nos pone en movimiento”.


¿Qué es el Cine?

El cine como poesía. Y durante más de un siglo se ha intentado definir al cine. Proponen: “el cine es un artificio creado por el hombre, a finales del siglo XIX, con el claro propósito de lograr capturar el espacio en movimiento a través del tiempo.” Y uno lee la definición y no queda conforme, de manera inmediata uno reconoce que eso que lee no es el cine, que el cine es mucho más y entonces comienzan a agregarle palabras a la definición, incluyen al sonido y sus características, así como ideas que desmenuzan la estructura de la fotografía y el mecanismo del proyector, para después aunarle pensamientos relacionados con la realidad y la sociedad, con la filosofía y con todo lo que viene a la mente. De un momento a otro terminamos con un ensayo de numerosas cuartillas que intenta torpemente capturar la esencia del cine, pero que no hace más que enredarnos en un complejo embrollo aún carente de la misma. Le damos vueltas al asunto y no entendemos porqué una definición tan completa y minuciosa nos resulta tan vacía y poco convincente.

Nos queda perfectamente claro la manera en la que todos los elementos juegan para crear el cine, su funcionamiento y sus razones de ser, pero algo dentro de nosotros nos exige más. Y de repente nos tropezamos con la siguiente manera de ver al cine: "el cine es la linterna del acomodador que atraviesa como un incierto cometa la noche de nuestro soñar despiertos". (A. Bazin) ¡Y ahí está el cine! Sin más vueltas, renglón y medio más que suficiente espacio para que la piel se nos crispe y algo dentro de nosotros comience a moverse. ¡La frase está viva! Es pura poesía y nos llena y nuestro ser queda conforme y el alma se tranquiliza porque la sed ha sido saciada. Y Bazin nos enseña que esa es la manera de acercarse al cine, como un enamorado creando poesía, intentando conquistar al amor platónico por el que se entregaría la vida misma. Y en ese momento Bazin deviene poeta, deviene amor, deviene cinematógrafo.

Tomemos el ejemplo y desterritorializemonos, dejemos de intentar explicar y definir, comencemos a devenir. Abrámonos a las líneas de fuga a través de la poesía que el cinematógrafo nos ofrece y creemos nuevas líneas de fuga a partir de nuestra propia manera de generar poesía para o sobre el cinematógrafo. Ya todo está dicho, el siglo del racionalismo ya ha quedado atrás, dejemos que el virus muera, curémonos del lenguaje. Vayamos para adelante, conquistemos nuevos territorios, abramos sus fronteras y liberémoslos de la tediosa monotonía que impone el significante. Este es el siglo de la experimentación. Experimentémosolo.


El objeto del deseo

Hoy en la tarde me dilemaba sobre el objeto de deseo, lo cual me llevo a pensar sobre la palabra objeto. Objeto que es de la misma familia de objetivo. Objetivo que es a su vez polisémico. Objetivo de meta a alcanzar. Objetivo de contrario a subjetivo, fuera de, imparcial. Objetivo de lugar por donde se mira cuando uno se refiere a una cámara fotográfica. La primera vez eres mi meta de deseo. La segunda vez eres mi deseo imparcial. Y la tercera vez eres mi lugar por donde se mira el deseo. Y es tan lugar común la frase “objeto de deseo” que todo el mundo entiende qué quiere decir aquel que lo dice, pero no es lo mismo una meta, que la parcialidad y que el lugar por donde se mira.

Definitivamente mi deseo por ti no es imparcial, porque viene de mi subjetividad y se genera gracias a tus particularidades. Mi deseo por ti no es una meta porque no es algo que yo este buscando, es algo que ya está ahí, constante y latente, el deseo. Yo te deseo aunque no te tenga y te deseo a pesar de tenerte. Pero mi deseo por ti no pretende llegar a ningún lugar en concreto, no tiene una dirección ni una culminación, simplemente es deseo. Mi deseo por ti, aunque no te trates de una cámara, no es un lugar por donde mirar, simplemente porque no es un lugar, no se puede territorializar porque eso no haría más que privar al deseo de sus líneas de fuga, reduciéndolo así a un simple mecanismo condicionado en el que el placer juega del otro lado de la cancha, así yo no podría desearte al poseerte porque de acuerdo a esta manera de ver las cosas, el placer generado del tenerte, colmaría mi deseo, aunque fuera momentáneamente, y así mientras te tuviera no te desearía.

Te he tenido y te he deseado teniéndote. Te he seguido deseando mientras te tengo porque el sentir placer no me hace dejar de querer sentir placer, sí, siento placer pero sigo deseando sentirlo, porque si hubiera dejado de desear sentir placer me habría apartado de ti en ese momento, y no al contrario, siendo que debido a que el deseo sigue ahí mientras yo siento el placer, continúo ahí por deseo a seguir sintiendo placer. De esta manera concluí en un rechazo por la frase “Tú eres mi objeto del deseo”. Habrá que crear una más conveniente.


miércoles, 27 de mayo de 2009

La explicación es un error bien vestido

El arte contemporáneo basado en el discurso, todo su sustento se encuentra ahí, en balbuceos. En un intento por distraer la mirada del espectador, por lograr que mire lejos de esa ventana obscura que no ofrece nada. El arte debería de ser el reflejo de la sociedad. El arte siempre fue eso, siempre ha sido eso. El arte contemporáneo no es arte, ni siquiera es contemporáneo. Contemporáneo ¿a qué? ¿A quién? Es tan ambiguo ese concepto como sus propios fundamentos. Un “algo” para evitar llamarlo arte, que pretende ser un reflejo, tal vez ni siquiera pretende porque no le interesa ser nada, tan sólo está. Ahí. Quieto. No se mueve ni deviene. Su popularidad justificada por ese miedo eterno del ser humano a verse reflejado y no encontrarse, no reconocerse o más bien desconocerse. Tal es la cobardía del ser humano que prefiere dejarse engañar por las enredadas palabras que ofrece el discurso, la explicación, ese error bien vestido, que por estar bien vestido logra entrar hasta en los lugares más elitistas. Está bien vestido y todo tiene que ver con la presentación. Esta banalidad absurda en la que se olvida la expresión.

El error bien vestido sale en defensa de todo eso que nunca fue y confunde y da vueltas y marea y al final no dice nada, es lo maravilloso del lenguaje, se puede hablar y hablar eternamente sobre un mismo tema, diciendo y repitiendo, confirmando y subrayando nada. Así el vacío se llena de palabras. Pero no había vacío y ahora lo hay. El vacío que generan las palabras. El silencio está completo, no necesita llenarse para existir porque su esencia le permite ser y estar al mismo tiempo que juega a no existir. Las palabras necesitan demasiado y cuando no se llenan, cuando uno no sabe cómo llenarlas y tan sólo las dice por decir, entonces el vacío es evidente y nos invade y nos tortura y nuestros oídos sangran angustiados. Pero es mejor sangrar a encontrarnos confortados con nuestra propia esencia, aquella que mejor expresa cuando se ve impulsada por el todo lleno del silencio, cuando no nos queda más que escuchar nuestros propios pensamientos, pero no aquellos que nos hablan con palabras, que racionalizan todo y tratan una vez más de confundirnos con explicaciones que pretenden justificar la mediocridad en la que vivimos inmersos. Son otros pensamientos, los que nos miran desde lejos con una mirada fría y enjuiciadora, esos pensamientos que más que pensar sienten y más que hablar miran. Porque mirar y sentir no es lo mismo que hablar y pensar. Ese algo contemporáneo nos habla y nos piensa. El arte, el verdadero arte, nos mira y nos siente.


El cine es una máquina de sueños

El cine visto como una maquina de sueños. El cine sentido. No como una manera de escapar de la vida, de la realidad, sino como una oportunidad para adentrarnos en la interioridad del ser humano, en todas esas sensaciones que tenemos olvidadas. Sentir, no pensar, no distraernos. Sentir. Se ha olvidado sentir. Vivimos en la repetición mecánica eterna, inmersos en un ciclo sin retorno, una y otra vez la misma realidad que ya conocemos. Nos da seguridad, nos protege, nos adormece. Vivimos pensando. ¿En qué? En nada, en todo, en lo trivial y en lo eterno, da igual, al final del día es lo mismo. ¡Qué distinto es sentir! No necesitar de nada, ni de bagaje cultural, ni de educación, ni de inteligencia. El sentimiento nos une. Entonces ¿por qué rechazar sentir? Los sueños no se piensan, se sienten. No se entienden ni se razonan, se viven, se experimentan. Sensaciones. Los sentidos vibrando al unísono de una narrativa descontextualizada y resignificada por nuestro inconsciente. Si el cine es una máquina de sueños, el cine está hecho para hacernos sentir, al igual que los sueños. Sin embargo, con que facilidad la gente olvida sus sueños al despertar, se desprende de ellos y no los vuelve a recordar, al final del día, o en este caso de la noche, lo que importa es la experiencia vivida y grabada para siempre en nuestras células.

Las experiencias generan sentimientos antes que pensamientos. El ser humano siente. Pienso luego existo: mentira. Siento: luego existo, así es como debe de ser. Para existir no hace falta más que un alma receptiva de emociones y sensaciones. Vivir siendo incapaces de emocionarnos por vivir, no es vivir. Podemos pensar en lo emocionante que es vivir y eso no es vida, la vida sería todo eso generado a partir del pensamiento de vivir, ese remolino que nos invade por dentro y que nos hace sentir un hueco en el estómago, como si un puño gigantesco lo estuviera apretando desde un universo paralelo y nosotros quisiéramos soltarnos y escapar porque la sensación es tan intensa que duele y que asusta porque no sabemos si seremos capaces de volver a sentir paz, de controlar ese sentimiento y así salimos corriendo a un rincón en nuestro cuarto, a resguardarnos de aquello que indica un “algo más” que desconocemos.