lunes, 21 de septiembre de 2009

Sin Aliento

El amor no es verdadero, no en su totalidad, no puede serlo, pues el amor es una experiencia tan intensa que no puede ser solamente verdadero. Yo he visto y he sentido la falsedad de un amor tan intenso que calienta más que el sol, he recordado lo manipulador de un amor que pretendía ser sincero y he imaginado cantidad de veces lo doloroso de un amor tan profundo que pareciera no tener fin. Es mentir por deseo de seguir, es fingir por miedo a perder y respirar con ganas de gritar, es no detenerse a pensar, dejarse arrastrar por ondas ensordecedoras que crispan la piel, la ponen de revés y de repente se vuelve más sensible, hasta la caricia más sutil de la brisa más ligera pareciera congelarnos todo por dentro, y uno no quiere mirar la piel porque se perdería el encanto, la ilusión de una pasión que se alimenta de fragmentos de realidad creada por nuestra necesidad de amar y ser amados, porque sí es una necesidad y cuando no se tiene a quien amar, entonces no queda más que escribir sobre la nostalgia de haber visto su disolución, su transformación en algo más, en una cosa, en eso que no es nada por sí solo, porque cuando el amor se vuelve ajeno y lo terrenal se lo devora, cuando deja de ser mágico y bestial, entonces no es más que una cosa, una cosa que estorba y que mejor conviene desechar.