lunes, 31 de agosto de 2009

¿Qué es el arte?

Esta pregunta lleva recorriendo los pensamientos de muchos filósofos de este y el siglo pasado. El artista por el contrario no se preocupa por el tema. Él sabe que es arte, él sabe que lo que él hace es arte. Siente la confianza para distinguir entre el arte y el no-arte. ¿Por qué? porque el artista o poeta siente el arte moverse dentro de sí y no se lo cuestiona, no aborda el arte con la razón, sino con el alma entera. Y sin embargo heme aqui haciéndome la pregunta del millón a pesar de ya saber la respuesta y de saber que no es algo que se pueda explicar. Pero intento abordar el problema porque sé que a tí te da vueltas en la cabeza.

¿Cómo generar una definición que abrarque las esculturas de Miguel Angel, las pinturas de Malevich, las fotografías de Arbus, las piezas de Duchamp, la música de Cage (por nombrar tan sólo unos ejemplos)? ¿Qué las une? No es el museo porque ese espacio lleva existiendo muy poco tiempo como para incluirlos a todos. No es la estética. No es el discurso. ¿Qué es? Aquí me aventuro a decir que es el movimiento que generan en el espectador al haber desterritoralizado y reterritorializado el concepto de arte. En realidad el arte no se puede definir porque no tiene un territorio puramente delimitado. Ahí está su belleza y su encanto. El arte es aquello que tiene la capacidad para ir más allá, en busca de nuevos territorios, de romper fronteras y abrir horizontes. Por eso el arte siempre tiene conflictos en ser aceptado como arte, en realidad es un proceso doloroso en tanto que involucra lo desconocido y eso siempre da miedo. El arte nos salva del eterno-retorno, vuelve trascendente lo inmanente de la vida, nos desafía a aventurarnos a un nuevo territorio. El arte es por excelencia la desterritorialización del sentido de nuestra existencia.




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¿Quién habría pensado que estos dos algún día se complementarían tan bien?

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