viernes, 29 de mayo de 2009

Des-significando el cine

“No hay signo ni pensamiento del signo que no sean de poder y con poder” esta frase dicha por Lyotard resume el porqué de la necesidad por parte de los semiólogos para encontrar significaciones en todo. El ser humano necesita sentirse en completo dominio del mundo al que pertenece, no puede simplemente vivir en paz y en armonía con la naturaleza; necesita poseerla, dominarla e imponerse sobre ella. El acercamiento natural sería de contemplación, sin intentar entenderla u obligarla a encajar en moldes creados por el hombre, lograr así desprenderla de esas esquematizaciones tan absurdas en las que insiste tan fervientemente el ser humano. El problema comienza justo ahí, en donde el hombre, embriagado por un aire de grandeza, se atreve a asumir que entiende lo que sucede a su alrededor y en base a esto asume que es capaz de crear conocimiento. Tal como diría Foucault “El conocimiento no es instintivo, es contra-instintivo; e igualmente no es natural, es contra-natural”. Ese afán por insistir en encontrar relaciones donde no las hay, por querer que todo fenómeno natural sea lógico y predecible, es aquello que nos mantiene aislados del mismo mundo. El conocimiento se convierte así en una barrera imposible de transgredir, pero que nos mantiene dentro de un espacio cómodo que nos reconforta a través de una falsa seguridad al convertirnos en devotos creyentes de la existencia de un orden cósmico, cosa que en realidad no es más que pura ilusión.

Es este mismo comportamiento que se da entre el hombre y la naturaleza, el que se ve repetido entre el semiólogo y el arte. El semiólogo embiste una lucha de poder y por poder contra el arte, en este caso contra el cine. Así, intenta comprender en lugar de simplemente sentir. Insiste en encontrar reflejada la lógica del pensamiento humano, sin detenerse a pensar que, a diferencia de cómo sucede en las ciencias, en la creación artística el pensamiento pasa a un segundo plano para cederle su lugar a los sentimientos. Por esta misma razón es absurdo pasar tantas horas intentando hallar significados ocultos, en lugar de tan sólo dejarse llevar ; dejarse sentir.

Siempre habrá grandes directores que logren recordarnos qué se siente dejarse llevar por las sensaciones, cualesquiera que ellas sean, y siempre habrá aquellos que escuden su miedo a sentir, detrás del pretexto de querer razonarlo todo, insistiendo en encontrar significaciones y cadenas de significaciones en el arte, que está hecho para sentir. Sin embargo, así mismo, siempre habremos unos cuantos que nos dedicaremos fervientemente a experimentar nuevas sensaciones, sin dejarnos caer en la sutil trampa de la interpretación, o tal como diría Lyotard la diferencia con aquellos seguidores de la semiología y los que no concordamos con sus teorías se hace notar en la manera en la que cada uno decide responder ante el signo, “¿A ustedes les habla? A nosotros nos pone en movimiento”.


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